jueves, 20 de noviembre de 2025

PENGUIN BLOOM: Reconstrucción emocional tras la discapacidad


Imagen 1: muestra a Sam Bloom con penguin bloom posando sobre su hombro.


Penguin Bloom (2020) es una película basada en una historia real que narra la vida de Sam Bloom, una mujer deportista, aventurera, esposa y madre de 3 hijos, cuya vida cambia  drásticamente tras un accidente que le provoca una lesión medular y la deja parapléjica. La historia muestra con gran sensibilidad cómo la familia Bloom enfrenta el dolor, la adaptación y la reconstrucción emocional. Todo comienza cuando los hijos de Sam encuentran a una pequeña urraca herida a la que llaman Penguin, un ave que poco a poco se convierte en un vínculo emocional poderoso, especialmente para Sam. A través de esta relación tan inesperada, la protagonista empieza a recuperar esperanza, autonomía y un sentido renovado de identidad, aunque en un principio Sam rechaza la idea de quedarse con el ave.


El impacto emocional 


La discapacidad de Sam no solo implica cambios físicos, sino también un profundo impacto emocional y un replanteamiento de su identidad. Tras el accidente, ella experimenta una pérdida repentina de autonomía que golpea directamente su autoestima y su noción de independencia. Acostumbrada a un estilo de vida activo y lleno de movimiento, ahora debe depender de otros para tareas básicas como bañarse, levantarse, acostarse entre otras cosas, lo que provoca un duelo silencioso por la vida que dejó atrás. La película también retrata el desgaste emocional asociado a la discapacidad: la depresión, la frustración, la sensación de desconexión y la culpa por pensar que se ha convertido en una carga para su familia. Aunque está rodeada de amor, Sam se aísla emocionalmente.


imagen 2: muestran al esposo de Sam hablando con ella siendo empático y ella en silla de ruedas con una expresión de tristeza y frustración


La dinámica familiar también se transforma. Su esposo asume nuevas responsabilidades que normalmente no asumía, como el cuidado de los hijos, la escuela de los mismos y el cuidado y limpieza del hogar. Por otra parte los hijos sienten tristeza y confusión, y el hogar entero entra en un proceso de adaptación, pues la discapacidad, como se muestra en la película, no afecta solo a quien la vive físicamente, sino a todo el entorno familiar, y cada miembro transita el cambio desde su propia perspectiva.


Penguin como símbolo de sanación 


En medio de este panorama, la llegada de Penguin funciona como un catalizador de sanación. La urraca, vulnerable y en recuperación, se convierte en un espejo emocional para Sam. Al cuidar del ave, Sam recupera el propósito y comienza a reconectarse con su vida, con sus hijos y consigo misma. A través de Penguin, comprende que aunque su realidad ha cambiado, aún puede construir una vida plena desde nuevas formas de sentir, participar y amar.

imagen 3: se muestra a sam bloom con una sonrisa viendo a el ave penguin bloom postrada sobre su mano



Sam Bloom hoy

Sam Bloom hoy en día es una atleta reconocida en el surf adaptado, deporte al que regresó después de años de dolor físico y emocional tras su accidente. Ha ganado dos títulos mundiales y continúa entrenando para nuevas competencias, aunque su mayor motivación no son los trofeos, sino la conexión con el océano y la sensación de libertad que le da volver a estar en una ola.


Actualmente, Sam combina su vida deportiva con su labor como embajadora de Wings for Life, una fundación dedicada a la investigación de lesiones medulares. Desde ahí impulsa campañas, comparte su historia y apoya la búsqueda de una cura para personas que viven con su misma condición. Por otro lado, su vida familiar sigue siendo un pilar fundamental, especialmente la relación con su marido Cam y sus tres hijos. Ella misma comparte que aún hay días difíciles, pero el surf, su familia y su comunidad mantienen su equilibrio emocional. A nivel personal, Sam ha transformado el dolor en propósito. Le gusta pasar tiempo en la naturaleza, entrenar con amigos y mantenerse en contacto con otros atletas del surf adaptado. Aunque acepta que su vida no volvió a ser como antes, hoy reconoce su propia fortaleza y el impacto positivo de su historia en miles de personas.

También ha abrazado la exposición mediática, incluyendo la película Penguin Bloom, que cuenta su vida. Aunque le resulta extraño verse reflejada en la pantalla, ha aceptado esa visibilidad como una oportunidad para inspirar y mostrar que la resiliencia puede abrir nuevos caminos incluso después de una tragedia.


imagen 4: se muestra a la verdadera sam bloom arriba de una tabla de surf, como el regreso al surf 


Reflexión final


El mensaje final de Penguin Bloom es claro y poderoso: la discapacidad no define a la persona. Puede transformar la vida, pero no borra la esencia de quien se es. La película recuerda que la discapacidad no marca el final de un camino, sino el inicio de uno distinto, que requiere adaptación, apoyo emocional y paciencia, pero también puede abrir la puerta a un proceso profundo de descubrimiento personal y familiar.


Referencias

https://www.redbull.com/mx-es/sam-bloom-regreso-al-surf 



martes, 18 de noviembre de 2025

La inclusión no es un concepto académico: es una experiencia humana

 Cuando una persona se siente incluida, algo cambia dentro de ella. No solo cambia la forma en que se mueve en el mundo, sino también la forma en que se mira a sí misma. La inclusión tiene un impacto directo en la salud mental, en la autoestima, en las relaciones sociales y en la calidad de vida. Para las personas con discapacidad, este impacto es aún más profundo porque viven en entornos que históricamente les han negado el acceso, la voz y el reconocimiento.

En los últimos años, diversas investigaciones han señalado que la inclusión social no es únicamente un derecho, sino un determinante de bienestar (OMS, 2011). Es decir, no basta con que existan rampas o intérpretes: lo que realmente transforma vidas es la posibilidad de ser parte.

sábado, 15 de noviembre de 2025

CIUDADES ACCESIBLES: DE DETROIT A MÉXICO

 


imagen 1: se muestra una persona con discapacidad visual caminando sobre una banqueta adecuada. 


Cada vez es más común observar esfuerzos por eliminar las barreras arquitectónicas en nuestras ciudades; sin embargo, estas acciones suelen centrarse principalmente en beneficiar a las personas con movilidad reducida. En la vida cotidiana, aún es “normal” encontrar obstáculos que dificultan el libre desplazamiento de muchas personas: un escalón demasiado alto, un automóvil estacionado en un paso peatonal, mobiliario urbano que invade las aceras o cajeros automáticos situados a alturas inaccesibles. Estas situaciones, aunque parezcan pequeñas, reflejan la falta de una visión inclusiva en el diseño urbano.

jueves, 13 de noviembre de 2025

El poder de sentirse incluido: cuando la sociedad te hace parte

La inclusión no se mide en leyes ni en discursos, se siente en el corazón.

Es esa emoción profunda que aparece cuando, por fin, puedes estar en un lugar sin tener que explicar por qué mereces estar ahí.
Cuando te llaman por tu nombre y no por tu condición. Cuando no eres “la persona con discapacidad”, sino simplemente “tú”.

Sentirse incluido cambia la vida.
Da confianza, seguridad y ganas de participar.
Porque la inclusión no solo abre puertas físicas, también abre puertas internas: las del autoestima, la libertad y el sentido de pertenencia.

martes, 11 de noviembre de 2025

La lengua de señas: el idioma que enseña a mirar

 

En un mundo donde todos hablan, pocos realmente escuchan.

Y escuchar no siempre significa oír con los oídos; a veces significa mirar con atención, con respeto, con el corazón.
Así se comunica la comunidad sorda, no con sonidos, sino con manos que expresan ideas, emociones y sueños: a través de la Lengua de Señas Mexicana (LSM).

La LSM es un idioma completo, reconocido oficialmente en México desde 2005. Tiene su propia gramática, estructura y ritmo, igual que cualquier otra lengua. No es un “lenguaje de señas”, ni una forma de “mímica”: es una lengua viva, diversa y con una historia tan rica como la de cualquier idioma del mundo.

sábado, 8 de noviembre de 2025

MILAGRO EN LA CELDA 7: HISTORIAS QUE TE ROMPEN Y TE REPARAN AL MISMO TIEMPO

  


Imagen 1: se observa un hombre (el protagonista de la película) y a su hija abrazados, sentados al aire libre sonriendo.



Hay películas que no solo se ven, sino que se sienten. Milagro en la celda 7 es una de ellas. Esta cinta turca nos enfrenta con lo más puro y lo más cruel del ser humano al mismo tiempo. Habla de la inocencia, del amor sin condiciones y de un sistema que muchas veces castiga sin entender realmente, ni tomar en cuenta lo que una persona está pasando..


La historia gira en torno a Memo, un hombre con discapacidad intelectual que vive con su hija Ova. Desde el principio, la película nos deja claro que, aunque Memo no comprende muchas cosas del mundo, su corazón funciona mejor que el de cualquiera. Es un padre amoroso, tierno y genuino; un reflejo de la bondad sin filtros. Pero la tragedia llega cuando es acusado injustamente de un crimen que no cometió.


La película golpea fuerte porque muestra lo frágil que puede ser la justicia cuando se mezcla con el poder, el prejuicio y la falta de empatía. Memo es condenado sin entender por qué, y nosotros, como espectadores, sentimos la impotencia de ver cómo la verdad queda enterrada bajo la ignorancia. Pero en medio del dolor, Milagro en la celda 7 también ofrece esperanza. Los presos que comparten celda con Memo, hombres endurecidos por la vida, van transformándose al convivir con él. Su inocencia los toca, les recuerda que aún hay luz incluso en los lugares más oscuros. Es un recordatorio de que la bondad no depende de la inteligencia ni del estatus, sino del corazón.



Imagen 2: muestran a Ova y Memo encontrándose, felices por verse en la cárcel alrededor de sus compañeros de celda.


La relación entre Memo y Ova es el alma de la película. Esa conexión muestra que el amor verdadero no necesita explicaciones ni lógica; simplemente existe. Ella representa la fe inquebrantable, la que cree en su padre cuando nadie más lo hace. Verlos separados duele, pero al mismo tiempo nos enseña lo que significa amar sin límites.

Al final, Milagro en la celda 7 no es solo una historia de injusticia o discapacidad, sino una lección de humanidad. Nos invita a mirar más allá de las apariencias, a entender que la diferencia no es una debilidad, y a recordar que la compasión puede ser un acto revolucionario.


Es imposible terminarla sin lágrimas, pero también sin una sensación de gratitud por los pequeños milagros cotidianos: un abrazo, una mirada, la certeza de que todavía hay bondad en el mundo.


Reflexión que deja la película:


  1. Respetar y valorar a las personas con discapacidad: Memo no necesita ser lo que los demás piensan que debe ser para ser un gran padre. Su discapacidad no lo define; lo que lo define es su capacidad de amar.
  2. El esfuerzo tiene valor: Cuando Ova pide una mochila, Memo le enseña que debe trabajar por lo que desea, no aceptar favores ni caridad.
  3. Disfrutar lo simple: Una escena donde ambos observan las nubes nos recuerda que la felicidad está en los pequeños momentos.
  4. Hablar de nuestras emociones: En la celda, los presos aprenden que abrirse y compartir sentimientos también es una forma de libertad.
  5. Creer en los niños: Ova insiste en que tiene pruebas para liberar a su padre, pero los adultos no le creen. La película nos enseña que los niños también ven verdades que los adultos olvidamos.
  6. El valor de las abuelas: Son las columnas emocionales de muchas familias. A veces, su amor y fortaleza son el verdadero milagro.
  7. Hablar de la muerte con sensibilidad: La película toca el tema con ternura, mostrando que la muerte puede entenderse como una transformación, no como un final.


Te invitamos a ver esta hermosa película, que nos deja un mensaje importante de aprendizaje sobre cómo ver el mundo, ser empáticos y tratar a las personas con dignidad como se merecen por el simple hecho de ser humanos, así como tener presente siempre el principio de igualdad, que como personas deberíamos de tener. También es importante no juzgar sin antes saber el contexto que rodea al otro.


Referencias: 

https://www.latercera.com/paula/milagro-celda-7-netflix-trama-lecciones-turca/ 



jueves, 6 de noviembre de 2025

HACIA UNA CULTURA DE INCLUSIÓN

 

imagen 1: se muestran tres personas en un área de trabajo compartiendo y resolviendo un problema.

En pleno siglo XXI, hablar de discapacidad es hablar de diversidad, derechos humanos y justicia social. La forma en que una sociedad trata a las personas con discapacidad refleja su nivel de desarrollo y empatía. Durante mucho tiempo, este tema se abordó desde una mirada médica o asistencialista, centrada en la “limitación” del individuo. Hoy, gracias a la evolución de los derechos humanos y a una mayor conciencia colectiva, la discapacidad se entiende como el resultado de la interacción entre las personas y un entorno que puede incluirlas o excluirlas. Además existen muchas herramientas para comprender la discapacidad, ser empáticos como sociedad y no quedarnos callados.

Construir una cultura de inclusión implica cambiar no solo nuestras leyes, sino también nuestro lenguaje, nuestras imágenes, nuestras actitudes y la manera en que concebimos la participación social. No se trata de “ayudar” a las personas con discapacidad, sino de garantizar igualdad de oportunidades, accesibilidad y respeto en todos los ámbitos: educativo, laboral, urbano y digital. Busco reflexionar sobre cómo, desde lo cotidiano, podemos contribuir a derribar las barreras visibles e invisibles que aún persisten, para avanzar hacia una sociedad verdaderamente incluyente, donde todas las personas puedan vivir con autonomía, dignidad y libertad. Para llegar a este punto usaremos una guía de “puebla incluyente” que nos ayudará a usar un lenguaje no discriminatorio para personas con discapacidad, dedicado a todas las personas. 




Imagen 2: portada del manual “puebla incluyente” dedicado a todas las personas.

El poder del lenguaje

El lenguaje moldea nuestra forma de ver el mundo. En México, aún se escuchan expresiones como “minusválido”, “invalido” o “pobrecito”, que refuerzan una idea de inferioridad o lástima. Estas palabras no solo son inadecuadas, sino que perpetúan una cultura de discriminación. El término correcto es persona con discapacidad, porque reconoce ante todo la condición humana y no reduce a nadie a una característica.

También es importante evitar los diminutivos (“el cieguito”, “el sordito”) o frases como “padece” o “sufre discapacidad”. En lugar de fomentar la compasión, debemos promover respeto, igualdad y participación. Cada palabra cuenta. Nombrar correctamente es el primer paso para transformar la mirada colectiva y fomentar una cultura de inclusión.

Imágenes que construyen o destruyen

Las imágenes en medios y campañas sociales también juegan un papel clave. Tradicionalmente, se han usado fotografías que reflejan dolor, dependencia o dramatismo: personas en sillas de ruedas con mantas, rostros tristes o escenas hospitalarias. Sin embargo, una sociedad incluyente debe mostrar vida cotidiana, autonomía y diversidad.

Ver a una persona con discapacidad trabajando, estudiando, riendo o conviviendo rompe estereotipos y promueve la empatía real. Las imágenes deben mostrar entornos accesibles y destacar los logros sociales, no las carencias.


Inclusión: un compromiso compartido

Incluir no es un acto de caridad, sino de justicia y corresponsabilidad social. La diversidad humana enriquece a la sociedad, y negar el acceso o participación plena convierte la diferencia en desigualdad.

Esto implica eliminar barreras arquitectónicas, tecnológicas y actitudinales; promover la educación inclusiva; fomentar la accesibilidad en medios digitales; y reconocer la autonomía de todas las personas.

Como señala el documento del SMDIF Puebla, “la diversidad enriquece, lo discriminatorio reside en la valoración desigual de las diferencias”.



imagen 3: se muestra una persona en silla de ruedas paseando a su perro por una rampa con barandal y correctamente hecha.


Hoy, la conversación sobre discapacidad ya no gira en torno a “ayudar” sino a reconocer derechos y eliminar barreras. El futuro de la inclusión depende de cómo pensemos, hablemos y actuemos.
La meta no es que las personas con discapacidad se adapten a la sociedad, sino que la sociedad se adapte a todas las personas.

Construir una cultura de inclusión empieza con algo tan simple, y tan poderoso, como cambiar nuestras palabras, nuestras imágenes y nuestras actitudes.


Esta guía es solo una pequeña pero valiosa herramienta para iniciar un cambio profundo. Nos invita a informarnos, reflexionar y actuar con conciencia sobre cómo tratamos y nos relacionamos con todas las personas. Cada palabra, cada gesto y cada decisión cotidiana puede marcar la diferencia entre excluir o incluir. Por eso, este es un llamado a usar el lenguaje con respeto, reconocer la diversidad humana y construir juntos una sociedad más justa, empática e incluyente, donde todas las personas sean valoradas por igual.



martes, 4 de noviembre de 2025

Ayudar es abrir caminos: la historia de Amalia Pérez y el poder de creer en el talento

A veces pensamos que ayudar a las personas con discapacidad significa dar algo, pero la verdadera ayuda está en abrir puertas para que puedan mostrar lo que ya tienen: talento, disciplina y sueños. No se trata de “dar”, sino de no quitar. De eliminar los obstáculos que impiden que las personas brillen por mérito propio.



Un ejemplo claro de esto es la historia de Amalia Pérez, una mujer mexicana que ha demostrado que la fuerza no solo se mide en kilos, sino en voluntad.
Amalia nació con una discapacidad motriz congénita. Desde pequeña, escuchó frases que intentaban limitarla: “no podrás hacerlo”, “no es para ti”, “es demasiado difícil”. Pero lo que para otros eran límites, para ella se convirtieron en impulso.

Comenzó a entrenar levantamiento de potencia, un deporte donde la fuerza y la técnica son todo. Al principio no tenía instalaciones accesibles, ni apoyo económico, ni reconocimiento. Entrenaba en condiciones precarias, muchas veces en gimnasios que no estaban adaptados. Pero siguió.
Y hoy, Amalia Pérez es seis veces medallista paralímpica, con cuatro oros y dos platas, representando a México en competencias internacionales desde Sídney 2000 hasta Tokio 2020.

Su historia va más allá del deporte.
Amalia ha dicho en entrevistas que lo que más la motivó no fue ganar, sino demostrar que una persona con discapacidad no necesita compasión, necesita oportunidades. Que cuando alguien cree en ti —un entrenador, una escuela, una institución—, la vida cambia.

Y ese es el mensaje que debemos llevar:
Las personas con discapacidad no necesitan que las admiremos, sino que las incluyamos.
Necesitan accesibilidad, apoyo, educación, empleo, y sobre todo, confianza.
Necesitan que la sociedad deje de verlas como inspiración y empiece a verlas como personas con derecho a desarrollarse plenamente.

Cuando apoyas un proyecto, contratas a una persona con discapacidad o adaptas un espacio, no haces un favor, haces justicia.
Ayudar es dar voz, visibilidad y oportunidades reales. Es dejar de hablar por y empezar a hablar con.

Amalia Pérez logró levantar más que pesas: levantó la mirada de todo un país hacia lo que sí se puede cuando hay apoyo y respeto.
Su ejemplo nos recuerda que la inclusión no es un discurso bonito para un día al año, sino una tarea diaria que empieza en cada uno de nosotros.

Cómo puedes ayudar desde tu entorno

  • Si trabajas en una empresa, impulsa la contratación inclusiva.

  • Si eres docente, adapta tus materiales y fomenta la participación de todos.

  • Si eres estudiante, incluye a tus compañeros con discapacidad en tus equipos.

  • Si eres ciudadano, exige accesibilidad en espacios públicos.

  • Y si eres parte de una comunidad, comparte historias como la de Amalia: historias que inspiran acción, no lástima.

Reflexión final
Ayudar no siempre es dar dinero o tiempo, a veces es simplemente creer.
Creer que cada persona tiene algo que aportar, que la inclusión no es un lujo, y que cuando abrimos una puerta, no solo ayudamos a alguien más: ayudamos a la sociedad entera a avanzar.