martes, 21 de marzo de 2023

Siempre Alice, sin recuerdos no hay presente.

 


                                                                      Por: Ana Cristina Nogales

Ver la película de “Siempre Alice” sin duda es un viaje hacia la empatía y entendimiento de la enfermedad de Alzheimer, vista desde el amor y compasión hacia uno mismo.


Escribir esta reseña me deja mucho que reflexionar y agradecer al ser yo capaz de expresarme con total libertad y seguridad de mis pensamientos, algo que en algún punto le es arrebatado a la protagonista de esta historia, Alice Howland. Una reconocida profesora de ciencias y lingüística, que a sus 50 años es diagnosticada con Alzheimer prematuro.

A lo largo de la película podemos observar cómo va progresando la enfermedad de Alice a través de pequeños deterioros del conocimiento y cambios de conducta en su día a día. Nos muestra cada una de las etapas de la enfermedad y nos permite empatizar no sólo con su historia, sino con todo lo que la rodea, con su familia y la percepción que Alice comienza a tener de ella misma.

Sin duda, cada persona recibe un diagnóstico de formas muy diferentes, pero aquí vemos como Alice con mucha valentía acepta su situación y decide tomar acción sobre cómo quiere comenzar a vivir su vida. Se ve como ella busca luchar contra el progreso de su enfermedad y hace todo lo posible por seguir estimulando su memoria a través de ejercicios de juegos de palabras o responder preguntas diarias que le permitan seguir recordando. Todo esto sabiendo que el Alzheimer es una enfermedad progresiva degenerativa y donde hasta el momento no existe ninguna cura.

Al inicio, Alice se muestra como una persona muy inteligente, apasionada por su trabajo y motivada por seguir disfrutando de su vida y su familia. Esto no cambia después del diagnóstico, a pesar de que Alice se va convirtiendo poco a poco en una persona dependiente de alguien, ella sigue buscando mostrarse como la mujer que siempre ha sido. Tal cómo lo explica en una escena en la que tiene la oportunidad de contar su historia frente a un seminario de Alzheimer en donde comparte su proceso con mucho amor y compasión hacia ella misma y a todas las personas diagnosticadas, diciendo que a pesar de a momentos no lograr recordar o incluso no sentirse ella misma, aún así siguen existiendo momentos de pura felicidad y alegría. Ella explica que su enfermedad no le quita el sentirse viva, al contrario, le hace tener muchas más ganas de gozar cada uno de sus días.

En su discurso nos muestra que los recuerdos son la posesión más valiosa que puede llegar a tener un ser humano y lo triste que es para una persona con Alzheimer aceptar que los perderá por completo. Sin embargo, le da una narrativa que me parece muy bonita, diciendo que tendrá que dominar “el arte de perder todos los días”, en este caso algo tan preciado como lo es su memoria.

También te muestra lo duro y fácil que puede llegar a ser el perder el respeto y la propia dignidad al dejar de actuar como la persona que todos conocieron. Por ello, en esta película podemos ver como el amor, el apoyo y respeto de su familia es un pilar básico para el desarrollo en la enfermedad de Alice; nos muestra que sin él sería mucho más difícil vivir este proceso. Así nos enseña que el amor es lo más importante de proteger y que por mucho que la persona deje de reconocerse, el amor es lo que le permitirá seguir conectando y disfrutando de su vida.

Con esto me gustaría dejarles un fragmento del discurso de Alice. En el cual podemos comprender aún más la perspectiva de muchas personas diagnosticadas con Alzheimer, entendiendo y valorando lo que tenemos para así adoptar lo más bonito de esta reflexión y tratarnos con mucho más amor y compasión, tal cómo lo hizo Alice.

“No me vean como una persona que sufre en su vida, si no como una persona que es lo suficientemente valiente para luchar todos los días, por seguir perteneciendo, conectando con las personas y con quien alguna vez fui. Porque vivir el momento sin exigirme demasiado es lo más compasivo que puedo hacer por mí misma y significa demasiado para mí que me valoren por mi valentía”.


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