martes, 23 de septiembre de 2025

Accesibilidad digital: el nuevo derecho en la era tecnológica

 

La tecnología se ha convertido en la puerta de entrada a casi todo, estudiar, trabajar, comunicarse, comprar, hacer trámites e incluso acceder a servicios de salud. Vivimos en una era donde estar conectados ya no es un lujo, sino una necesidad básica, sin embargo, no todas las personas pueden abrir esa puerta con la misma facilidad. Para millones de personas con discapacidad, navegar en internet o usar una aplicación se convierte en una experiencia llena de barreras invisibles, y hablar de accesibilidad digital deja de ser un tema técnico para convertirse en un derecho que necesitamos garantizar.

Imagen 1: La tecnología asistiva cambia la vida de las personas.


Imagina que intentas entrar a una página web para pagar un servicio y los botones no tienen etiquetas claras que un lector de pantalla pueda interpretar, o que descargas una aplicación de transporte y todas las indicaciones están solo en audio sin subtítulos, o que intentas llenar un formulario en línea y el diseño no permite hacer zoom para leer con claridad. Estos detalles, que para muchos pasan desapercibidos, para otros significan exclusión directa, y lo más grave es que no debería ser así, porque la accesibilidad digital está contemplada como parte del derecho a la información y la comunicación en diversos marcos internacionales, incluida la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.

El reto es enorme porque la brecha digital no solo depende de tener internet, sino de que ese internet sea usable para todos. En México, pocas páginas gubernamentales cumplen con estándares internacionales de accesibilidad como los propuestos por la W3C, lo que implica que, aunque exista información pública en línea, muchas personas con discapacidad no pueden acceder a ella de manera autónoma. Lo mismo ocurre con plataformas educativas, bancos en línea y comercios digitales, que terminan dejando fuera a quienes más dependen de estos servicios para tener independencia.

Aun así, también hay luces de esperanza, cada vez más empresas tecnológicas invierten en accesibilidad, desde lectores de pantalla más sofisticados hasta funciones de voz y subtítulos automáticos. En el ámbito educativo ya se desarrollan plataformas con diseños inclusivos que permiten a estudiantes con distintas discapacidades participar activamente en clases virtuales, lo que demuestra que la tecnología puede ser una aliada poderosa de la inclusión, siempre y cuando se piense desde el inicio en la diversidad de usuarios.

Hablar de accesibilidad digital es hablar de justicia social, porque no basta con que la tecnología avance si lo hace dejando atrás a millones de personas. La inclusión debe estar en el código, en el diseño, en la interfaz y en las políticas de las plataformas, ya que internet se pensó como un espacio para todos, y ese “todos” solo será real cuando eliminemos las barreras invisibles que aún persisten.

📌 Reflexión final
En el siglo XXI la accesibilidad digital es tan importante como una rampa en la calle o un intérprete en un evento, y si queremos construir una sociedad verdaderamente incluyente necesitamos exigir y crear entornos digitales que no excluyan a nadie. El acceso a la tecnología no debe ser un privilegio, sino un derecho compartido.


No hay comentarios:

Publicar un comentario