En el mundo hay más de mil millones de personas con discapacidad (15% de la población).
Para garantizar sus derechos, la ONU aprobó el 13 de diciembre de 2006 la Convención
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, el primer tratado internacional de
derechos humanos del siglo XXI. Este instrumento jurídico obliga a los países que lo ratifiquen
a implementar políticas de no discriminación, adaptar sus leyes y eliminar prácticas discriminatorias,
cambiando el enfoque asistencialista por uno de igualdad de condiciones.
México firmó y ratificó la Convención y su Protocolo Facultativo el 30 de marzo de 2007,
comprometiéndose a promover la inclusión y dignidad de las personas con discapacidad.
Imagen 1. “Se muestra del lado izquierdo el logo oficial de la ONU,
un mapa del mundo rodeado por ramas de olivo. A la derecha, el texto del título
se lee CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD”
Derechos más allá
La Convención no es solo un texto legal, sino una herramienta viva que obliga a los Estados a actuar.
Reconoce derechos esenciales como:
- vivir de forma independiente y elegir dónde y con quién vivir, sin ser forzados a aceptar un sistema de vida específico.
- Acceso a la salud y rehabilitación, con servicios de la misma calidad que la población general.
- igualdad en el trabajo, asegurando empleos dignos, accesibles e inclusivos, sin ningún tipo de discriminación.
- Educación en todos los niveles, con ajustes razonables que garanticen la participación plena.
- protección contra el trabajo forzoso y el respeto a la vida privada. la familia y la reputación.
Responsabilidad de los Estados
Ratificar la Convención significa comprometerse a eliminar leyes discriminatorias,
crear políticas inclusivas, garantizar accesibilidad en espacios físicos y digitales,
y lanzar campañas para derribar estereotipos.
También implica escuchar la voz de las personas con discapacidad y trabajar de la mano
con sus organizaciones para que las decisiones no se tomen sin ellas.
La Convención nos recuerda que la dignidad no se concede, se respeta. Y que las barreras más difíciles de derribar nosiempre son físicas, sino las que están en la mente y el corazón de las personas.
Cada persona puede ser parte del cambio: desde exigir ajustes razonables en su escuela o trabajo,
hasta usar un lenguaje respetuoso y apoyar iniciativas inclusivas.
La Convención también nos invita a educar a nuevas generaciones
en el valor de la diversidad y a reconocer cómo el arte, la cultura y el deporte, como
los Juegos Paralímpicos, son espacios donde la inclusión cobra vida.
Al final, la frase que la inspira sigue siendo clara: “Nada sobre nosotros, sin nosotros”.
Construir un mundo sin barreras no es tarea de unos pocos, es responsabilidad de todas y todos.
Referencias:
Comisión Nacional de los Derechos Humanos. (2019). La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad
y su Protocolo Facultativo [PDF]. Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Recuperado
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. (s. f.). Hoja informativa:
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad [Hoja informativa]. ACNUDH. Recuperado
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