La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD)
reconoce que la educación no debe ser un privilegio, sino un derecho
universal que también debe garantizarse a las personas con discapacidad.
El artículo 24 señala que los Estados tienen la obligación de construir un
sistema educativo inclusivo, accesible y sin discriminación, en todos los niveles y
durante toda la vida.
Imagen 1: se muestra a una maestra y a un grupo de cinco estudiantes sentados a su
alrededor de dos mesas en un salón de clases.
La niña del lado derecho está sentada en una silla de ruedas y está concentrada en
su trabajo escolar mientras la maestra la ayuda.
La imagen muestra un ambiente de apoyo
y ayuda en el aula.
Educación en igualdad de condiciones
Ningún niño o niña con alguna discapacidad debe ser excluido de la
primaria o secundaria
Deben estudiar en las mismas escuelas, en su comunidad, no en
instituciones agregadas
Ajustes razonables
Las escuelas deben adaptar métodos, materiales y entornos según las necesidades
Ofrecer apoyos personalizados: tutores, acompañantes, tecnología de asistencia
Aprendizaje accesible
Braile y orientación para personas con ceguera.
Lengua de señas y reconocimiento de la identidad cultural de las personas sordas.
métodos adecuados
Desarrollo integral
La educación no es solo aprender matemáticas o historia,
sino también reforzar la dignidad la autoestima, la creatividad
y las habilidades para la vida independiente.
Formación de docentes
Los países deben capacitar maestros en inclusión
También fomentar que personas con discapacidad sean docentes.
Educación superior y aprendizaje a lo largo de la vida
El derecho no termina en la secundaria: las universidades,
escuelas técnicas y programas de adultos también deben
ser accesibles.
Educación inclusiva: un reto pendiente en América Latina
Si bien la educación es reconocida como un derecho humano universal, en la práctica
muchos niños y jóvenes con discapacidad aún enfrentan barreras para acceder, permanecer
y aprender en la escuela. En América Latina estas dificultades se suman a la
desigualdad social y económica, lo que genera altas tasas de abandono escolar.
Imagen 2: Se muestra una maestra y una alumna en pleno aprendizaje,
en un momento de instrucción individualizada y
apoyo en un ambiente de tecnología
adecuada y educación.
De la igualdad a la inclusión
Igualdad: dar a todos lo mismo.
Equidad: reconocer diferencias y ofrecer apoyos diferenciados.
Inclusión: asegurar que todos participen en la misma escuela y comunidad.
El paso de la igualdad a la inclusión es justamente lo que promueve la
CDPD. No basta con abrir las puertas de la escuela, es necesario transformarla
para que nadie quede fuera.
El papel de los docentes
Los docentes son clave en este proceso, ya que requieren competencias para:
Flexibilizar el currículo.
Usar metodologías variadas (arte, juego, TIC).
Colaborar con familias y comunidades.
Entender la educación no sólo como enseñanza, sino
como formación integral para la vida y la ciudadanía.
Reflexión
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad nos recuerda
que la educación es un derecho humano universal que no admite excepciones.
El artículo 24 plantea un cambio de paradigma: pasar de ver la educación como
un privilegio para unos cuantos, a garantizar un sistema inclusivo, accesible y sin
discriminación para todos. Esto significa que la verdadera inclusión no se logra
solo con permitir el acceso a las aulas, sino con transformar la escuela para
que cada estudiante pueda aprender y desarrollarse plenamente.
La educación inclusiva exige equidad y apoyos diferenciados, pero también un
compromiso profundo de la sociedad, y especialmente, de los docentes.
Ellos son agentes clave para flexibilizar el ambiente, reconocer las diferencias
y generar entornos de aprendizaje ricos y diversos, donde la dignidad,
la creatividad y la autonomía de cada persona sean fortalecidas.
En América Latina hay que reconocer que aún queda un largo camino por recorrer:
la desigualdad social, la falta de recursos y las barreras culturales mantienen
fuera de las aulas a muchos niños, niñas y jóvenes con discapacidad. Sin embargo,
avanzar hacia una educación inclusiva no solo beneficia a estas personas,
sino que enriquece a toda la comunidad, pues nos permite construir sociedades más
justas, empáticas y cohesionadas.
En conclusión, el reto es claro, pues debemos pasar de la igualdad formal
a la inclusión real, asegurando que nadie quede fuera del derecho a aprender
y a vivir con plenitud.
La CDPD es una guía, pero la verdadera transformación depende del compromiso diario
de los Estados, las instituciones educativas, los docentes, las familias y de cada uno de
nosotros como ciudadanos.
Referencias:
Naciones Unidas. (2006). Convención sobre los Derechos de las Personas
con Discapacidad. Recuperado de
UNICEF. (s. f.). Hacia la educación inclusiva en América Latina y el Caribe.
https://www.unicef.org/lac/hacia-la-educaci%C3%B3n-inclusiva-en-am%C3%A9rica-latina-y-el-caribe
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